Resumen del proyecto
¿Qué relación tiene el arte con la enfermedad? ¿Puede una enfermedad proyectarse en los procesos creativos? ¿Puede un artista hacer reflejo de una enfermedad que no padece? El Proyecto “Máscaras y Memoria” busca unir estos aspectos, retratando a través del arte y la fotografía la transición de quienes padecen la enfermedad de Alzheimer al convertirse, paulatinamente, en personas totalmente diferente a quienes fueron.
El Alzheimer es una enfermedad degenerativa que se manifiesta en un deterioro cognitivo y en trastornos conductuales que interfieren, tanto en la vida cotidiana de quienes lo padecen, como en la vida de quienes los rodean. Se caracteriza por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales, siendo una de las formas más comunes de demencia. Este deterioro es progresivo, parte con pequeños olvidos que con el tiempo se transforman en lagunas de información, incluso de eventos recientes. Aparece posteriormente un quiebre temporal y espacial. La desorientación sobre los lugares, incluso del espacio que habitan, el día y la hora en la que se encuentran. Se sufre de cambios de humor, depresión y apatía. Luego las fallas de la memoria se hacen mayores y aparecen dificultades en el lenguaje y la expresión. Se ve afectada la capacidad de reconocimiento y ya en la etapa final, hay una afectación completa de las facultades intelectuales, incluso pueden llegar a desconocerse a sí mismos frente al espejo. La personalidad que ha caracterizado al individuo se pierde y acaban por habitar el olvido, dejando de recordar su pasado, su historia y a quienes han sido parte de ella.
El proyecto “Máscaras y Memoria” se enfoca en generar una reflexión sobre el mal de Alzheimer y la pérdida de la memoria, por medio de un complemento entre la fotografía como soporte principal y diversas disciplinas artísticas tales como la pintura, el grabado, la cerámica y la serigrafía. Su fin es generar un potente relato fotográfico y plástico, que sensibilice y permita deliberar a través del diálogo conjunto entre las disciplinas representadas.
Para el logro de esta propuesta se invitó el año 2015 a un grupo de 23 artistas plásticos chilenos, de diferentes edades y ámbitos, para que pintaran sus miedos, fantasmas y temores, en una máscara elaborada con sobres de papel kraft. La intención era que reflejaran lo que sería desdibujarse en un otro que no les perteneciera y situarlos dentro de un contexto que los descolocara.
La bolsa denominada “cambucho” fue trabajada por ellos en forma libre, sin más indicación que tener como referencia las enfermedades mentales, especialmente el Alzheimer. Una vez finalizada esta primera etapa, el artista fue fotografiado con su bolsa de papel intervenida, cubriéndole la cabeza en un lugar definido por el fotógrafo, en el cual se veían potenciadas las sensaciones de abandono, soledad, angustia, dependencia y deterioro.
Sin duda el trabajar de forma interdisciplinaria y con diferentes enfoques le permite a este trabajo ampliar la capacidad perceptiva del espectador y potenciarse al conceder a los artistas la libertad de la creación mediante los procedimientos y las formas más variadas. Se produce una retroalimentación y conexión entre cada uno de los diferentes mundos entregado por cada cambucho, y el artista -al ser fotografiado- se expone y libera de toda vanidad y prejuicio, engrandeciendo también el resultado de la imagen fotográfica.
Ahí radica la idea de las máscaras, en tratar de demostrar en cuántas personas se puede llegar a convertirse. Ellas buscan demostrar al espectador, de un modo simple, este devenir en otro y en otros. Al solicitar que cada artista busque su máscara, permitimos que se cuestione quiénes somos, quiénes son las personas en nuestras vidas, en cuántas personas llegamos a convertirnos a la vez y cuán nobles y oscuros podemos llegar a ser, incluso cuán efímera es nuestra existencia y cuán fácil es que perdamos todo aquello que hemos construido.
La bolsa de papel tiene también un motivo de ser en cuanto a su materialidad, ya que el papel con el que se encuentra construida esta bolsa es finito. No es, ni se pensó, para albergar una obra de arte (no es un papel libre de ácido) y esta situación también hace que el mismo material pase por un proceso de deterioro al igual que una persona con esta enfermedad.
Por otra parte, al pedirle al artista que se coloque la bolsa de papel intervenida en su cabeza, reflejando en ella su miedo, su otro yo, para transformarse y dejar de ser quien es, se le invita también a perder la vista, la orientación, el sentido, la dificultad de respirar, incluso se les hace dependiente de las indicaciones del fotógrafo, acto que les lleva a situarse, levemente, en lugar de aquel otro que padece este mal.
Los artistas incluidos en el proyecto son: Roser Bru, Lise Moller, Hugo Marín, Patricia Velasco, Javiera Moreira, Roberto Acosta, Loro Coiron, Celeste Rissetti, Sonia Etchart, Guillermo Carrasco, Andrés Vio, Francisco Bustamante, Gina Osses, Tite Calvo, Ana Naveira, Johanny Angulo, Pilar Ovalle, Claudio Caiozzi, Matías Movillo, Loreto Carmona, Josefina Guillisastti, Andrea Leria y Juana Gómez.